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La declaración del año 2008 como el Año Internacional del Planeta Tierra, mi reciente viaje a Qatar, Emiratos Árabes, y finalmente mi concurrencia al EURAU 08 en Madrid, Europa, han hecho cuestionarme frente al impacto de una nueva arquitectura y tipología de construcción en torres, dada por su gran escala y en gran medida por la falta de contextualización de sus diseños, desatada en los últimos años.
La tarea del ingeniero, inesperadamente se ha vuelto protagónica, llegando sin buscarlo, a un resultado de belleza plástica en su quehacer, en virtud de la búsqueda y resolución de estructuras cada vez más complejas y desafiantes. Surge de allí una urgente necesidad y compromiso frente al contexto existente, puesto que:
Las ciudades y su arquitectura no solo “funcionan” sino que también “significan”.
Consideramos a la arquitectura, como un hecho social, que debe generar relaciones en beneficio de una comunidad, y no sólo satisfacer las necesidades de un grupo de personas a través del objeto arquitectónico.
Los modelos de intervención y buenas prácticas, tanto de arquitectos como ingenieros, deben contribuir al desarrollo sostenible local y regional desde una perspectiva patrimonial. Esto exige una transversalidad de acciones conjuntas, una inteligencia global. |